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Jesús predica y realiza milagros de pueblo en pueblo

 Dios es amor:

Empezamos nuestro día rezando LA SALVE, encomendándonos a María, quien es madre de Dios y de nosotros también, recordemos que este 15 de agosto conmemoramos la Asunción de María al cielo; aproximadamente 14 años después de la muerte de Jesús, María siguió predicando la palabra de Dios, apoyando a quien lo necesito, cuidando enfermos y moribundos; fue en esos días que ella hizo saber a los apóstoles que había llegado el tiempo de su partida, al morir María, todos cantaron e hicieron oración con la esperanza de tener una madre protectora que intercediera por nosotros ante Dios, fue entonces que tuvieron la curiosidad de abrir el sepulcro de María, al hacerlo se encontraron con flores hermosas, Jesús se había llevado a su madre santísima al cielo, la resucito para tenerla junto a el en la eternidad; es lo que hoy en día conocemos como la Asunción de María.


Después del bautismo; Jesús inició su misión en la Sinagoga de Nazaret.

Llegado el momento de su vida pública, vuelve Jesús al lugar donde se había criado, y vuelve a hacer la lectura, como seguramente ya lo habría hecho cantidad de veces durante su vida. Y tal vez también su Madre acudiría, orgullosa -como cualquier madre-, a escuchar a su Hijo a hacer la lectura y la explicación del texto sagrado. "El Espíritu del Señor está sobre mí, porque Él me ha ungido -comenzó a leer con voz clara y sonora-. Me ha enviado para dar la Buena Noticia a los pobres, para anunciar a los cautivos la libertad, y a los ciegos, la vista; para dar la libertad a los oprimidos; para anunciar un año de gracia del Señor".

Palabras solemnes del profeta Isaías, promesas de Dios a su pueblo. Nos hablan de la llegada de un Redentor, del Mesías ungido por el Espíritu del Señor y de su misión: la liberación de Israel. ¿Podemos imaginar la profunda conmoción interior que experimentaría Jesús en su alma? ¡Estas Escrituras se referían a Él, por supuesto, y estaban para cumplirse en esos precisos momentos!... Jesús se sentó. Breves instantes de meditación personal. Sin duda ponderaba muy bien la solemnidad y la trascendencia histórica del momento. "Todo el mundo tenía los ojos fijos en Él" -nos refiere el evangelista—. Y enseguida comenzó a hablarles: "HOY se cumple esta Escritura que acabáis de oír". ¡Nadie mejor que Él podía explicar estas profecías y nunca mejor que entonces se aplicaban al pie de la letra!.. "HOY”, hoy se cumplen las promesas de Dios.


Pues también en el "hoy" de nuestra vida de cada día, a través de la Iglesia y de los sacramentos, se cumplen esas promesas de salvación. Es en los sacramentos y en la liturgia sagrada -la oración "pública y oficial" de la Iglesia— en donde esa maravillosa historia pasada se hace "eternamente presente". En cada Santa Misa, en cada confesión, en cada Eucaristía, en la celebración de la liturgia se "actualiza" nuestra Redención. No son simples recuerdos o evocaciones de nuestra memoria o de nuestra fantasía, sino acontecimientos que vuelven a revivirse y a realizarse en el tiempo como si estuviesen sucediendo en el momento presente. Dios es eterno y para Él no hay tiempo ni distancias. Para Él existe sólo el "HOY".

Jesús no solo predico en la Sinagoga, también predico la palabra de Dios de pueblo en pueblo, al igual que realizo muchos milagros, mientras recorría las calles de su tierra, enseñaba, sanaba enfermos, expulsaba demonios, daba consuelo a los afligidos y decía: "Vengan a mí los que se sienten cargados y agobiados, porque yo los aliviaré" (Mt 11,28)

Los milagros son el signo de que el Reino anunciado por Jesús está presente y de que el hombre puede cambiar su situación y puede sanar sus enfermedades. Cada vez que Jesús hace un milagro, realiza siempre algo más grande, el milagro de la fe.

Después de haber leído acerca de lo que predico Jesús, observen la película, que habla de los milagros que realizo Jesús. 

La finalidad principal de la misión de Jesús, no era la de hacer signos de poder. Él no quiere ser mal entendido, o tomado por brujo, sino ser conocido como el Mesías que salva y que libera.

A los discípulos de aquel tiempo y a los de ahora, Jesús pide una actitud profunda de fe, es decir, que reconozcan que Él es el SALVADOR de todo hombre. Por ésto, el milagro más grande que Dios opera en nosotros, es el don de la fe.



Para finalizar las actividades de esta semana, realicen lo que se  indica en los temas 27 y 28 de su libro de Catequesis de Primera Comunión, no olviden enviarlas, recuerden que es importante tener al corriente el envío de dichas actividades para que puedan realizar su Primera Comunión.

Concluimos pidiendo a nuestra Madre María que nos cuide por medio de la siguiente oración:


¡BENDICIONES PARA TODA LA FAMILIA!

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