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PENTECOSTÉS


La fiesta de Pentecostés, es el segundo domingo más importante del año litúrgico en donde los cristianos tenemos la oportunidad de vivir intensamente la relación existente entre la Resurrección de Cristo, su Ascensión y la venida del Espíritu Santo.

Es bueno tener presente, entonces, que todo el tiempo de Pascua es, también, tiempo del Espíritu Santo, Espíritu que es fruto de la Pascua, que estuvo en el nacimiento de la Iglesia y que, además, siempre estará presente entre nosotros, inspirando nuestra vida, renovando nuestro interior e impulsándonos a ser testigos en medio de la realidad que nos corresponde vivir.


Pentecostés es fiesta grande para la Iglesia. Y es una llamada a abrir los corazones ante las muchas inspiraciones y luces que el Espíritu Santo no deja de susurrar, de gritar a través de los dones que nos da. Porque es Dios, porque es Amor, nos enseña a perdonar, a amar, a difundir el amor.

Dones del Espíritu Santo
Los siete dones del Espíritu Santo pertenecen en plenitud a Cristo, completan y llevan a su perfección las virtudes de quienes los reciben. Hacen a los fieles dóciles para obedecer con prontitud a las inspiraciones divinas:



- Don de sabiduría
Nos induce a huir de las ocasiones de pecar, a no ceder a la tentación, a evitar todo mal que pueda contristar al Espíritu Santo, a temer radicalmente separarnos de Aquel a quien amamos y constituye nuestra razón de ser y de vivir. 



- Don de entendimiento.
Nos ilumina para aceptar las verdades reveladas por Dios, mediante este don el espíritu santo nos permite disfrutar de Dios.



- Don de consejo
Saber discernir los caminos y las opciones de saber orientar y escuchar, es la luz que el espíritu santo nos da para distinguir lo correcto e incorrecto.



- Don de fortaleza
Nos vuelve valientes para enfrentar las dificultades del día a día, volviendo fuerte la fe.



- Don de ciencia
El espíritu santo nos revela interiormente el pensamiento de Dios sobre nosotros, es el don de la ciencia de Dios y no no de la ciencia del mundo.



- Don de piedad
Es el don que el espíritu santo nos da para estar siempre abiertos a la voluntad de Dios buscando siempre actuar como el lo haría.


- Don de temor de Dios
Nos mantiene en el debido respeto frente a Dios y en la sumisión a su voluntad apartándonos de todo lo que le pueda desagradar.




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